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Horrorosa vacuna de los 18 meses


Julieta , 18 meses
De acuerdo al calendario de vacunas mi hija Julieta debía recibir la dosis de la pentavalente y la OPV, me advirtieron que era una de las más fuertes y que seguro le daba fiebre pero que en dos días iba a estar bien.

No tuve miedo y llevé a mi hija al Centro de Salud, como era la costumbre mi papá siempre llevaba una caja de chocolates para la enfermera de turno, para ver si así, tenía un cuidado especial con su nieta.

Una vez entregada la caja de chocolates mi padre salió corriendo, porque dice que el sólo hecho de escuchar el llanto de Julieta le duele el corazón, literal le duele el corazón, pues hace ya 4 años sufrió un infarto y con una fuerte emoción ese dolor se activa.

Sin más drama ingresé con mi hija, la enfermera me pidió acostarla en la mesa que usan de camilla, mi madre que se asusta de todo sacó la mantita para colocarla como colchón. Y ahí vamos otra vez, apenas la recosté empezó a llorar.

La enfermera abrió su boca y colocó dos gotas de un gotero que estaba sobre la mesa, el gotero topó su boquita y ahí, el instinto maternal me dijo que algo estaba mal. Me asustó que utilizara un gotero que estaba usado y lo que más me preocupó es que topó su boquita.

Bueno traté de tranquilizarme porque aún faltaban dos vacunas, una en su boca y otra en su piernita. Poco ayudaron los chocolates de mi papá, porque el pinchazo sacó un grito horroroso en mi hija y gotas de sangre mancharon varias motas de algodón. Yo sólo quería salir corriendo de ese lugar.
Ya en la calle mi hija se quejaba de dolor, ese era el presagio de lo que vendría después. 

Al día siguiente de la vacuna se presentaron los síntomas anunciados, fiebre y más fiebre, así que no me preocupé, pero en la tarde Julieta comenzó a vomitar. Eso era extraño. Como madre primeriza lo primero que hice fue realizar una rápida búsqueda en Google y en ningún lado decía que le debía dar vómito, así que ahí fue cuando me acordé de aquel momento cuando la enfermera utilizó un gotero ya usado. Ya está, se contagió de algún virus, pensé.

El vómito no paraba así que al siguiente día fuimos a la clínica, pasamos 4 horas en emergencia rodeadas de decenas de enfermos con gripe, que, si eso me ocurría ahora que hay todo el alboroto por el Coronavirus, seguro salía corriendo.

Después de la larga espera los resultados dieron negativo para Rotavirus y Adenovirus, por ello la pediatra me recetó Umbral, Paracetamol un regenerante gástrico y suero oral a demanda. Lo triste de todo es que ni el suero oral resistía, todo vomitaba. 


Tres días después mi hija parecía una calaverita.

No sabía que hacer, así que llamé a mi pediatra de confianza quien me dijo que si era un virus tenía que pasar el proceso y lo único que podíamos hacer es lograr hidratarla, tomando cada 5 minutos 5 ml de suero oral. Si resistía y no vomitaba podía pasar la noche en casa, caso contrario debíamos hospitalizarla.

Las primeras horas fueron críticas, porque aceptó sin problema el suero oral pero cuando todo parecía que andaba bien, nuevamente vomitó, eso fue suficiente para tomar a mi hija y junto a mi esposo y padre dirigirnos nuevamente a la clínica.

Al llegar, había una lista de 17 personas, el recepcionista me dice que espere de 2 a 3 horas. ¡Dios mío! 

En vista de ello nos parqueamos junto a la clínica mientras mi hija con su mirada decaída nos sonreía y aceptaba los sorbitos de suero oral. Mi padre, esposo y yo solo rogábamos a Dios que no vomite. Pasamos una hora hidratándola y Julieta pronto mostró signos de actividad, eso fue suficiente para decidir regresar a casa.

Esa noche casi no pude dormir, pendiente que no vomite o pase algo con mi hija, ventajosamente ella amaneció mucho mejor y en la mañana ya pedía comer algo. La pediatra nos había sugerido darle solo comida liviana hasta que se regularice su estómago, por ello solo podíamos darle sopa de pollo. Dos días pasó así, pero al tercer día su carita volvió a brillar, sus ojos vivarachos volvieron a gritar: !¡Mamá! ¡Pepe! y ¡Tía! Ese día luego de más una semana de sufrimiento al fin pudo comer las golosinas que tanto le gustan.

Fue increíble ver como en dos días Julieta se recuperó, ahí si cabe los que los abuelitos dicen, los niños se recuperan rapidito y así fue.

Al final la vacuna no resultó ser la horrorosa, sino la profesional de la salud que re utilizó un gotero sin desinfectarlo.













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